DESARRAIGO

Para muchos jóvenes originarios del interior, continuar sus carreras futbolísticas en la capital del país es complejo, hay múltiples dimensiones involucradas en dicho movimiento conocido como migración interna. La migración interna ha dejado su impronta en la cultura y la historia del país, vinculada generalmente a la búsqueda de mejoras laborales y económicas. La migración es un fenómeno psicosociocultural que influye en diferentes áreas de las personas. Los futbolistas “viajeros” en ocasiones requieren apoyos, a los efectos de sobreponerse a las desorientaciones producidas por el cambio de paisaje, que una mudanza y la instalación en otro entorno solicitan, requieren o exigen.

Estos son algunos de los desafíos a los que se suelen enfrentar frecuentemente los futbolistas juveniles ante un escenario migratorio: 

  • Dejar de vivir en sus casas, para vivir en “pensiones”, “casitas” o “chacritas” del club al que vienen a continuar su trayectoria deportiva, lo que implica descubrir nuevas formas de convivir. 
  • Tomar distancia de sus afectos más cercanos, es decir, familiares directos, amigos, pareja, etc. 
  • Cambiar de institución educativa en caso que sigan incluidos en el sistema educativo formal. 
  • Vivenciar modificaciones en los ritmos, intensidades y exigencias de los entrenamientos.
  • Procesar un cambio de rol dentro del equipo. Muchos jóvenes dejan de ser “la figura” que eran en su anterior club y ahora pasan a ser un integrante más. 

El desarraigo y la vivencia de extranjeridad en una nueva ciudad, implica la reconfiguración de una nueva subjetividad, necesaria para adaptarse y llevar adelante una trayectoria deportiva y un proyecto de vida. El concepto de desarraigo resulta operativo a los efectos de pensar el cambio que se produce en la relación de los sujetos con el territorio. Hablar en términos de cambio supone pensar el pasaje de un estado a otro, y hablar de desarraigo hace suponer la existencia de un arraigo anterior, es decir, de una relación de pertenencia a los lugares de origen.

Partir es un verbo que carga con afectos de todos los signos: el dolor de partir, la alegría de irse, la necesidad de alejarse, el temor a la distancia, el deseo de otros horizontes, el sueño de otros paisajes, la ilusión de nuevas relaciones…Quizá los miedos no se disuelvan nunca totalmente, pero son trabajables (y se modifican) si interviene el deseo de diferencia. Igualmente migrar siempre pone en juego al menos una partida.

Para los futbolistas juveniles las migraciones constituyen un fenómeno en el que se ven transformadas sus formas de ser y estar en el mundo, sus costumbres, hábitos, la organización del tiempo y el espacio e incluso la identidad personal. Además, en los inicios, en ocasiones, por factores emocionales, relacionados a sentimientos de tristeza, se puede terminar afectando el rendimiento deportivo. Los jóvenes migrantes experimentan el hecho de ubicarse «entre dos mundos» o «no sentirse de ningún lado». Montevideo sigue primando como el espacio del deber. Por otra parte, el Interior, es el otro mundo, añorado, al que se quiere volver cada vez que sea posible y representa el ocio y el placer. Ambos, el mundo del deber y el del placer en un primer momento parecen difíciles de integrar. 

Esto permite pensar en la complejidad del fenómeno migratorio. Se vive un proceso en dos lugares, el de origen y el de arribo. La residencia en una “pensión”, “casita” o “chacrita” institucional pauta nuevas formas de vincularse, que se rigen por espacios habitacionales compartidos, donde el sentimiento de pertenencia y la frontera entre lo privado y público se desdibujan. Asimismo, se despliegan nuevas dinámicas que configuran la cotidianidad de los sujetos, vinculadas a los horarios, el manejo de dinero, la alimentación y los medios de transporte. Las visitas al lugar de origen son cada vez más espaciadas a medida que se consolida el proceso de radicación y afiliación, esto se da a través del fortalecimiento de los vínculos y el cumplimiento de las responsabilidades deportivas y a veces académicas, con su correspondiente reconocimiento y habilitación. Sin embargo, permanentemente se hace presente la cultura del riesgo, ya que, en algunos casos, la desvinculación del hogar por diferentes motivos, puede significar concomitantemente la interrupción de la trayectoria deportiva y el regreso al lugar de origen, muchas veces vivido como un fracaso individual y colectivo. El aspecto económico también juega un papel importante en la permanencia de los jóvenes. Si bien el club solventa el aspecto habitacional y alimentario, los futbolistas juveniles deben afrontar otros gastos para hacer efectiva su trayectoria, lo cual no siempre es sencillo y puede configurarse como un factor adicional estresante dependiendo la situación particular de cada futbolista.  

Existen distintas estrategias de afrontamiento para responder asertivamente a la migración interna: a) la estrategia para vincularse con la familia, que ocupa un lugar central con relación al proceso emancipatorio e incide en los modos de vinculación con el nuevo contexto. En la actualidad las redes sociales ocupan un sitio de privilegio para tener comunicación diaria y fluida; b) la estrategia de generación de autonomía, que involucra la díada dependencia-independencia como parte de este proceso, en que la familia tiene un rol fundamental en las posibilidades de sostener y acompañar al futbolista ante momentos de soledad y añoranza de su lugar de origen, evitándole sentimientos de culpa por estar lejos, perderse fechas familiares importantes o no estar presente ante pérdidas o eventos familiares desafortunados; c) la estrategia de integración a la institución, que involucra fundamentalmente a las redes vinculares entre pares y con la institución, en la que en el encuentro con otros se comparte una situación similar. En esta estrategia intervienen procesos identificatorios que aportan en gran medida al proceso de integración del futbolista. Los futbolistas migrantes son como “inmigrantes” en su propio país, comparten la lengua pero no necesariamente sus códigos y modismos, comparten la historia nacional pero no los devenires locales; d) la estrategia de integración en Montevideo, en un primer momento, la capital puede avasallar y presentarse ante estos jóvenes como algo veloz, masivo y desconocido. Un territorio con tanta población se vuelve despersonalizado e individualista por un lado, pero diverso y atractivo por otro, permitiendo dos lecturas de la misma línea de análisis. De todas formas, la estrategia se vincula principalmente con el grado de apropiación de un nuevo espacio físico que los jóvenes van desarrollando, pivoteando entre sentimientos de pertenencia y de ajenidad. Quedarse en Montevideo extrañando es una vivencia asumida con nostalgia pero también con disposición, se deja entrever que aquí los mandatos familiares y sociales pueden pasar a ser autorregulados por ellos mismos. Los procesos de socialización y aculturación que los jóvenes pueden experimentar les permiten adoptar conductas que se rigen más por pautas culturales globales propias de Montevideo como capital del país y paulatinamente se van dejando de lado los localismos del lugar de origen. La posibilidad de conocer la ciudad de Montevideo, recorrerla y apropiarse de la utilización de un conjunto de actividades y recursos que la misma ofrece, se erige como otra de las estrategias adoptadas por los futbolistas juveniles del interior del país, especialmente valorada por quienes provienen de ciudades más alejadas de la capital.

El apoyo familiar es esencial en los procesos migratorios de los futbolistas juveniles, tanto como soporte afectivo como con relación a cuestiones concretas de organización de la vida en Montevideo. Las distintas posiciones que adoptan las figuras familiares condicionan si se prolonga la estadía en la capital, o si la necesidad de visitas al departamento de orígen son muy reiteradas en el marco de vínculos que no habilitan la independencia y autonomía progresiva. En esta dirección, las distancias ocupan un rol central en la posibilidad de que se materialicen con frecuencia o no dichas visitas. La no necesidad de visitas frecuentes es un indicador de que el proceso de adaptación/afiliación/inserción a la ciudad se está consiguiendo exitosamente, lo cual, es un factor protector para la trayectoria deportiva del jóven y para su salud integral. 

Todos los actores del ambiente del fútbol pueden cooperar para que se materialice el proceso de adaptación de un futbolista juvenil a su nueva ciudad y club de destino. Esto puede realizarlo el coordinador, los directivos, los entrenadores, los preparadores físicos, los responsables del l, el cocinero y los diversos profesionales que tienen contacto con los jóvenes (médicos, nutricionista, trabajador social, psicólogo, etc.). Es muy importante que los adultos que rodean a estos futbolistas fomenten el compañerismo entre los jóvenes que habitan el mismo espacio y conviven juntos, intentando la integración y el apoyo mutuo. Esto adquiere fundamental relevancia si consideramos la etapa del ciclo de vida que están cursando. En esta etapa, el grupo de pares es crucial para el bienestar de los jóvenes y la identidad que están construyendo. 

Cuando luego de un tiempo prudente aún no hay adaptación, se pueden manifestar conflictos intrapsíquicos e interpersonales que se deben atender a tiempo para evitar cuadros que afecten la salud mental. Los futbolistas generalmente lo expresan a través de sus emociones y conductas: deportivamente rinden menos de lo que se espera; sienten desgano en los entrenamientos; son impuntuales; se observa ansiedad, confusión, retraimiento, temores; aparecen problemas de confianza, motivación y concentración; se evidencia poca tolerancia a la frustración; mayor irritabilidad e incluso agresividad; pueden padecer un aumento de estrés que muchas veces lleva a lesiones deportivas; hasta inclusive escaparse de la residencia para ir a visitar a sus familiares, amigos y/o pareja sin consentimiento, dado que permanente están manteniendo comunicaciones con quiénes residen en su lugar de origen y no toleran la distancia. 

Se debe señalar que toda la información aquí presentada también es válida para situaciones de migración externa, aunque estas tienen particularidades específicas. Si te sentís identificado con esta placa y te gustaría recibir apoyo, recordá que el Departamento de Salud Mental de la MUFP está disponible para vos, te esperamos!  

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