
Consumo Problemático de Sustancias (CPS)
El consumo de sustancias es un fenómeno global, pluricausal, transgeneracional y transversal a los diferentes estratos sociales. Se debe considerar que es un tema cargado de prejuicios y estereotipos, que generalmente es abordado predominantemente desde una perspectiva moralista. El consumo de sustancias ha acompañado a la humanidad a través de la historia y sus usos fueron diversificándose. De acuerdo al contexto, existen distintos fines de consumo: medicinales, recreativos, religiosos, culturales, entre otros.
En los últimos años, el discurso científico, ha optado por el concepto de sustancias en lugar de drogas dado que lo incluye y amplía. El término droga, en sus inicios, refería a una mirada prohibicionista del uso de las mismas. Esta nomenclatura no permite explicar cómo un fenómeno tan complejo se comprende únicamente en términos de su carácter ilegal o legal de porte o consumo. A lo largo del tiempo de hecho han emergido diferentes categorías conceptuales, entre ellas el término adicciones, el cual, podemos considerarlo como una de las formas más problemáticas y peligrosas del acto de consumo.
En nuestro país, a raíz del Decreto 84/2010, se crean las Juntas Departamentales y Municipales de drogas, donde se desarrollan líneas de acción en conjunto con el gobierno central a través de la Junta Nacional de Drogas (JND) en el abordaje y tratamiento del consumo de sustancias[1]. Este escenario permite articular diferentes estrategias interinstitucionales e intersectoriales. En este sentido, Uruguay ha acordado optar por el término consumo problemático de sustancias, en el entendido de que la persona no logra por su propia voluntad controlar el consumo de una determinada sustancia o conjunto de ellas, amenazando su autonomía y colocando en riesgo su salud integral. Las sustancias suelen clasificarse en: estimulantes, depresoras, alucinógenas y anestésicas.
Tomando en consideración la perspectiva de derechos humanos, el consumo de sustancias es abordado desde el enfoque de reducción de riesgos y daños. Es importante poder pensar al sujeto que consume interdisciplinariamente y construir respuestas integrales. En esta dirección, en cualquier intervención, es fundamental considerar: 1. la edad de inicio de consumo; 2. la información relativa a las sustancias; efectos a corto, mediano y largo plazo en el organismo y las consecuencias en el desarrollo de los vínculos intrafamiliares así como extrafamiliares. Todos estos son focos clave para proporcionar a las personas una guía u orientación para poder tomar sus propias decisiones de forma autónoma y reducir las consecuencias negativas de consumir sustancias. Igualmente, en un comienzo, no podemos saber cuál es la modalidad de abordaje que mejor se adapta y mayores resultados le da a la persona consumidora.
Factores de riesgo que predisponen al consumo problemático de sustancias
Hay circunstancias sociales, culturales, ambientales, familiares e individuales que incrementan la probabilidad de que una persona desarrolle un consumo problemático de sustancias. Se deben considerar las características de personalidad del sujeto (inseguridad, baja autoestima, agresividad, impulsividad, inmadurez, síntomas depresivos, sentimientos de soledad, baja tolerancia a la frustración, baja percepción del riesgo, afrontamiento erróneo de problemas). También se debe considerar qué tan rápido llega la sustancia al torrente sanguíneo y qué tan corto es el efecto. A menor efecto aumenta la posibilidad de desarrollar una adicción. Otro punto clave es identificar las posibilidades de acceso a las sustancias y la vía de administración. En una lectura integral del caso a caso, tampoco se deben descuidar las características del entorno familiar (analizar si se trata de una familia conflictiva, desorganizada, poco afectiva, con dificultades de comunicación o con roles rígidos y estereotipados). A su vez, el ámbito social-comunitario también ejerce su influencia. Es importante dilucidar si la persona habita un barrio conflictivo y/o estigmatizado, si hay disputas por los territorios, si los amigos o compañeros de la persona consumen alguna sustancia o promueven prácticas de consumo, entre otros factores operantes. Sin embargo, que una persona presente alguno o todos estos factores de riesgo en su biografía no significa que necesariamente vaya a desarrollar un consumo problemático de sustancias. En los últimos años se ha comprobado científicamente que el consumo de determinadas sustancias, mientras el cerebro se encuentra en pleno desarrollo (hasta los 21 años en mujeres y 23 años en hombres) es muy perjudicial, por lo que se recomienda especialmente evitar el consumo antes de dichas edades.
Asimismo, existen factores protectores, por ejemplo, la democratización en el acceso a la información sobre el uso de sustancias y sus efectos, así como acercarse a los espacios territoriales locales y nacionales para poder abordar el fenómeno y orientar al grupo comunitario, familiar y a los usuarios consumidores de sustancias. También es esencial contar con referentes socio-afectivos disponibles para acompañar y sostener a las personas que consumen.
Algunos signos de alerta que nos permiten detectar un consumo problemático de sustancias
En los últimos doce meses deben hallarse al menos cinco de los siguientes fenómenos:
- Uso peligroso
- Problemas sociales o interpersonales relacionados con el consumo.
- Incumplimiento de sus roles/responsabilidades debido al consumo.
- Síndrome de abstinencia: Sintomatologìa que se inicia a partir del corte abrupto de la ingesta de una sustancia o conjunto de ellas que pueden incluir desde malestar fìsico general, psicológico y que requiere de una atención médica inmediata por la peligrosidad que puede ocasionar la persona en la impulsividad por contrarrestar sus efectos.
- “Craving” o “sueños de consumo”: Refiere al acto de soñar estar consumiendo. Este fenómeno despierta las mismas sensaciones que el acto de consumir y se desarrolla comúnmente durante el síndrome de abstinencia.
- Tolerancia: Uso de mayor cantidad de sustancia o durante más tiempo. En este sentido, en una biografía marcada por el consumo, las cantidades iniciales de consumo de sustancias van generando en el cuerpo acostumbramiento y aumenta la tolerancia. Por lo cual, el efecto en la ingesta es de menor potencia que al comienzo y en algunas sustancias se incrementa la prevalencia de uso o la cantidad para lograr los mismos efectos deseados o esperados que se experimentaban las primeras veces.
- Intentos repetidos y fallidos de dejar o controlar el consumo.
- Emplear más tiempo del que se pensaba en actividades relacionadas con el consumo.
- Tener problemas físicos o psicológicos relacionados con el consumo.
- Dejar de hacer otras actividades que producen placer debido al consumo.
- Daños en la red vincular de contención y protección de la persona, tanto a nivel familiar, de pareja, laboral y/o en el vínculo con pares, entre otros. Muchas veces las propias personas que forman parte del núcleo más íntimo y cercano acaban manifestando distintas formas de malestar psicológico por lo estresante de las situaciones que se viven cotidianamente. Además, las personas con consumo problemático, suelen presentar variabilidad y volatilidad en sus estados de ánimo y en ocasiones apelan a recursos que implican mentiras y manipulaciones para no ser descubiertos o para conseguir lo que desean.
- Se debe aclarar que también se incluye dentro del trastorno por consumo al juego, dado que se presentan conductas y alteraciones a nivel cerebral de igual similitud que en el consumo problemático de sustancias.
Prácticas de autocuidado para disminuir el riesgo y daño de consumir sustancias
- Es fundamental recordar que, mezclar drogas o el denominado policonsumo, ya sea en un mismo acto o en distintos momentos, aumenta el riesgo de desarrollar patologías de diferente naturaleza, por lo que, saber qué tipo de sustancia se está consumiendo, cómo interactúa con otras y qué efectos produce es importante para disminuir las patologías subyacentes en dicha conjunción.
- Evitar las sustancias en situaciones de trabajo, estudio y conducción. Son actividades que especialmente requieren precisión, lucidez, claridad mental y coordinación psicomotriz, por lo cual, el riesgo se incrementa y afecta la temporización así como la memoria y las destrezas para tomar decisiones.
- Tampoco es recomendable consumir sustancias estando solo, ya que si se presenta un exceso o si se realizan conductas que ponen en peligro a terceros o a la propia persona consumidora, no hay alguien que pueda intervenir en tiempo y forma. Ante “un mal viaje”, una sobredosis o un efecto no esperado, la persona acompañante puede acudir en ayuda y asumir parcialmente la responsabilidad de asistir de manera oportuna.
- También es evitable utilizar sustancias enfrentando situaciones de enfermedades físicas, ya que esta última puede verse agravada a consecuencia del consumo. De hecho, el uso de sustancias cursando diferentes formas de malestar psíquico (angustia, ansiedad, depresión, entre otras) puede agravar las sensaciones de padecimiento psíquico.
- Existen muchos prejuicios y estereotipos frente al acto de consumir en todos los ámbitos, incluido el deportivo, por lo cual, esta realidad puede llevar a minimizar o incluso negar el consumo y sus consecuencias. El acto de consumir generalmente va en contra de las creencias y representaciones sociales que se tiene sobre los futbolistas de alto rendimiento, por ejemplo: la imagen de sujetos saludables, con hábitos sanos y una vida equilibrada. Sin embargo, paradójicamente, esas mismas creencias y representaciones pueden operar como presiones para recurrir a prácticas de consumo para sostener dichas rutinas y los modelos hegemònicos e idealizados, sin embargo, no hacen más que afectar de una forma u otra la salud integral del futbolista implicado, incluso en aquellos casos donde la propia persona no percibe un deterioro en su rendimiento deportivo. A su vez, a nivel de prevalencia, este problema, suele presentarse o agudizarse mayormente en ex futbolistas profesionales, pero esto no significa que no haya casos en futbolistas profesionales activos, especialmente con sustancias como el alcohol y/o la marihuana.
- Lo principal es poder poner en palabras lo que nos pasa, aunque nos produzca vergüenza o culpa, acudir en búsqueda de alguien de confianza y solicitar ayuda profesional, todo esto paulatinamente le permite a la persona orientarse y volver a tomar el control sobre sus propias decisiones y sobre su proyecto de vida.
Desde el Departamento de Salud Mental de la MUFP, queremos visibilizar esta problemática y las distintas realidades que pueden llegar a enfrentar deportistas de alto rendimiento. Se debe explicitar que este fenómeno guarda relación directa con el género -en tanto determinante social de la salud- y suele afectar en mayor medida a los varones. También te recordamos que no te encuentras solo, por lo cual, si te sentís identificado o movilizado con algún contenido de los socializados en esta placa, tené en cuenta que este equipo está a tu disposición.
[1]Junta Nacional de Drogas– Secretaría Nacional de Drogas, sitio web: https://www.gub.uy/junta-nacional-drogas/comunicacion/publicaciones/infodrogas-informacion-menos-riesgos,https://www.gub.uy/junta-nacional-drogas/sites/junta-nacional-drogas/files/documentos/publicaciones/guia_masinfoV11_2016_web.pdf.
Dispositivo Ciudadela: Centros de asesoramiento público y gratuito, con diagnóstico y derivación oportuna a centros de salud de referencia de usuarios consumidores y sus respectivas familias. Tambièn se puede consultar al *1020 desde cualquier celular las 24 horas del día y de manera gratuita.
Red Nacional de Atención de Drogas: Geolocalización, https://www.google.com/maps/d/viewer?mid=1qHtZi5dg-6IAJq_qKV8dfJuSHpFcedYQ&ll=-29.214034788430904%2C-55.84725025&z=6
Centro de Atención y Asesoramiento Toxicológico (CIAT) al teléfono 1722.
Programa de prevención laboral de consumo de alcohol y otras drogas (Hospital de Clínicas), Martes de 10 a 12hs y Jueves de 13 a 16hs, se atiende por orden de llegada, en el Sector A de dicho Hospital.