«HAY QUE CONTAR LO QUE A UNO LE PASA» NAHUEL TUYA

Foto: FIFPRO

A raíz de toda la situación vivida por Nahuel, desarrollamos junto a FIFPRO la siguiente nota-entrevista, para hablar sobre su caso, que aplica a muchos futbolistas que vivieron, viven o pueden vivir una situación similar.

Cuando Nahuel Tuya sufrió su primera crisis de pánico, el fútbol uruguayo llevaba apenas seis días suspendido a causa de la primera ola de la pandemia de COVID-19 en el país.

Era el 19 de marzo de 2020 y el zaguero central de 18 años del Montevideo City Torque había viajado a su San José de Mayo natal por miedo a quedarse varado en Montevideo y no poder ver a su familia por meses.

Era una tarde de jueves soleada, con un clima ideal para poder dar un paseo por el Parque Rodó con su novia Jimena y tomar varios mates. Llegada la tardecita, Nahuel dejó a su novia en su casa y emprendió la caminata hacia su hogar familiar, ubicado a seis cuadras. Antes, llamó a su mamá para que lo recogiera en el camino.

Hasta que de repente, todo se volvió siniestro: «Caminé unas dos o tres cuadras solo y empecé a sentirme nervioso, con dolor de espalda. Seguía caminando pero en un momento me empezó a faltar el aire. Se me cerraba el pecho», relató Tuya.

«Empecé a perder la visión y me empecé a agarrar la cabeza en la calle. No comprendía nada. Me sentía mareado. Ahí dije ya está, se acabó todo por dentro. Me vino como un escalofrío, sentía un dolor muy fuerte en la cabeza y sentía que me iba. Hasta que vi que venía mi madre. Me subí a la moto y le pedí llorando que me llevara a emergencias. Yo lloraba porque no me quería morir».

Pasó casi un año exacto, hasta el 14 de marzo de 2021, para que el propio Tuya anunciara en las redes sociales una decisión que cambiaría de manera drástica su vida: con 19 años, comunicó su abandono de la práctica del fútbol profesional debido a un cuadro de depresión.

Atrás quedaron los títulos con el River Plate de San José en la división de Baby Fútbol con 7 u 8 años y el debut con 16 años en la Primera del Central de San José. Durante todo el último año Tuya comprendió que el fútbol debía formar parte de un pasado. «Después de esa primera crisis, vinieron meses que fueron terribles. El fútbol volvió pero yo para esa altura ya no me podía entrenar».

Tres pases mal dados en un entrenamiento. Una marca perdida de un delantero rival. Hasta el aval de un entrenador y la confirmación de que al otro día volvería a practicar con el primer equipo de Montevideo City Torque. Todo era motivo de nervios, presión. De miedo a afrontar lo que se venía.

«Era como que vivía en un mundo irreal, estaba partido. Todo me daba miedo. No podía dormirme hasta que veía la luz del día. Pasaba toda la noche con los ojos abiertos y no sentía sueño, sentía que si me dormía cuando era de noche, no me despertaba más. Por eso, apenas podía participar de las prácticas virtuales un ratito. Cuando mis compañeros estaban empezando, yo me estaba por ir a dormir, de día», completó el ex futbolista, que en su momento adjudicaba sus dolores a un presunto tumor cerebral.

En junio decidió retornar a su departamento de Montevideo pero, pese a su regreso a las prácticas presenciales, el miedo y los dolores no se iban. Hasta que en septiembre, una nueva crisis sufrida la noche anterior a un partido con Rentistas significó un momento bisagra para su vida.

«Todo el mundo me decía que todo iba a estar bien pero yo lo único que veía era dolor. Sólo veía que se me acercaba la muerte y aparecían nuevos síntomas. Yo no quería sentir más el dolor de la muerte. Entonces, algunas veces estaba esperando el autobús para ir a entrenar y cuando llegaba, me preguntaba ‘¿Y si me tiro abajo en lugar de subirme?’ Total, no voy a llegar».

Esos episodios con pensamientos suicidas se terminaron de convertir en los detonantes y en el blanqueo de la situación. Seis meses después de su primera crisis y gracias a la ayuda de profesionales, Nahuel Tuya logró asumir que padecía un trastorno de depresión y ataques de ansiedad y debía trabajar en ellos.

Así, atravesó tres meses de sufrimiento en las prácticas, autocríticas y recaídas cada vez que tenía un mal entrenamiento o un mal partido. De a poco, el sabor de la épica de futbolista del Interior que llegó lejos empezaba a desvanecerse. 

Para diciembre, la decisión estaba tomada: «Jugué los últimos dos partidos del año y el 16 llamé a mi representante y le dije ‘El año que viene no me esperen porque no vuelvo más a jugar al fútbol. Me cansé. Voy a buscar la solución por otro lado porque me voy a terminar matando'».

Tuya volvió a San José, recuperó cierta estabilidad durante dos meses y en febrero llegó a sentir nuevamente las ganas de jugar. Hasta que una noticia procedente desde Argentina le derrumbó el castillo de esperanza que había construido: Santiago «Morro» García, jugador uruguayo de Godoy Cruz, se había suicidado tras no haber podido reponerse de otro cuadro de depresión.

«Fue algo devastador. En ese momento sentía que quería volver y toparme con eso me tiró abajo. Ahí dije, ‘Bue’, si el Morro no pudo, ¿Cómo voy a poder yo?’. Además, el Morro era mi ídolo de toda la vida, por cómo defendió siempre los colores de Nacional, el equipo del que es hincha toda mi familia».

Las charlas constantes con un psicólogo de la ciudad y con asistentes psicológicos que le ofreció el club le permitieron a Tuya estabilizarse y madurar la decisión del retiro. El joven de ahora 19 años asumió que para poder continuar con su tratamiento y encontrar una vida más saludable, debía alejarse de las canchas.

El caso de Tuya sorprendió a la opinión pública de Uruguay y gran parte de Latinoamérica. Sin embargo, su caso quedó encuadrado dentro de una realidad sufrida por centenares de futbolistas y que todavía se mantiene bajo cierto manto de tabú. Nadie quiere hablarlo.

Precisamente, una encuesta realizada por FIFPRO a 1.602 profesionales del fútbol durante el período de la pandemia del covid-19 reflejó que el 22 por ciento de las mujeres futbolistas y el 13 por ciento de los hombres futbolistas evidenciaron síntomas correspondientes al diagnóstico por depresión.

Por su lado, nosotros, desde la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales, estamos desarrollando un proyecto junto a la Sociedad Uruguaya de Psicología en el Deporte (Supde) abocada a los trastornos de salud mental de los futbolistas. El principal foco estará puesto, precisamente, en los juveniles y aquellos que inician sus carreras.

Hoy, ya con su cuadro de salud asumido, Tuya se mostró dedicado y entusiasmado con buscar nuevos horizontes. Retomó los estudios de la escuela secundaria y tiene en el horizonte seguir una carrera universitaria cercana a la medicina o a los animales.

Asimismo, el ex jugador del Montevideo Torque City lanzó un consejo de apoyo a aquellos colegas de su profesión que se encuentren dentro de planteles profesionales y sufran trastornos similares a los que él todavía padece: «Duele y capaz que vivís el resto de tu vida con ese dolor. Yo no voy a negar que hay días que me despierto y quiero estar todo el día acostado. Pero hay que llenar con algo ese vacío. Hay que contar lo que a uno le pasa. Lo bueno de tocar fondo es que ya sabés que más abajo no vas a ir».

Nota en FIFPRO.

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