
Expectativas sociales y presiones familiares
El impacto de las expectativas sociofamiliares en los futbolistas profesionales.
Las expectativas se relacionan con las suposiciones que nos planteamos acerca de cómo deberían ser las cosas y sobre cómo creemos que debería funcionar algo o alguien. Son anticipaciones basadas en aspectos subjetivos y objetivos. Las expectativas se desarrollan a partir de una compleja combinación de nuestras experiencias, deseos y conocimiento del entorno o de las personas que nos rodean.
Las expectativas están vinculadas a la anticipación de un futuro que podemos controlar solo parcialmente, ya que existen factores de diversa índole que alteran nuestros planes y nuestras expectativas, más aún cuando éstas están puestas en otras personas.
Hay distintos tipos de expectativas:
- Personales: lo que esperamos que suceda en relación a situaciones o acontecimientos reales o potencialmente reales vinculados directamente con nosotros.
- Indirectas: cómo creemos que debería ser o funcionar algo en relación a la vida de otras personas. En este grupo, suelen aparecer las denominadas expectativas sociofamiliares.
La familia es un agente socializador primario, desde los inicios de nuestra vida, genera influencia en nuestra formación y desarrollo. Emite mensajes, transmite mandatos, asigna roles, brinda permisos y coloca prohibiciones. Nos informa qué está bien, qué está mal y qué se espera de nosotros en base a normas sociales y culturales propias del lugar en el que vivimos y del momento histórico en el que crecemos.
En el ámbito del fútbol las expectativas sociofamiliares se manifiestan cotidianamente. Son parte del paisaje, incluso desde edades tempranas previas al profesionalismo. Algunas frases habituales que se escuchan en las canchas o en reuniones sociales son: “Nuestro hijo nos va a sacar de la pobreza con el fútbol” «Lo traemos siempre porque es nuestra esperanza», «Vos viste como juega..Este llega seguro» “Tenés que jugar en tal equipo». Algunas expectativas hacen referencia especialmente al éxito económico y otras al éxito deportivo. Dichas expectativas, también conviven con posibles actitudes de castigo ante resultados o contextos no esperados: “Si pierden no te hablo hasta mañana” «Tratá de meter un gol hoy eh» «Por favor no me dejes pegado que luego me descansan cuando hago los mandados» «A ver cuándo te venden eh». En algunos casos las expectativas desmedidas conducen a la frustración y al ejercicio de la violencia a nivel familiar y comunitario. De hecho estas expectativas específicas muchas veces están ligadas a escenarios poco realistas y demasiado exigentes para los futbolistas involucrados. Varios estudios revelan que un porcentaje muy bajo de niños que juegan baby fútbol llegan al profesionalismo y de estos un porcentaje aún menor logra percibir ingresos o concretar transferencias que marquen una diferencia que cambie la realidad económica familiar.
El problema de las expectativas se potencia cuando las mismas se transforman en presiones o mandatos que en ocasiones incluso son ejercidos a nivel inconsciente y de manera no intencional, pero que pueden devenir en una carga emocional y producir malestar psicológico en los futbolistas.
Es deseable adoptar una actitud crítica y reflexiva frente a este tipo de expectativas, presiones y mandatos, que a veces atentan contra el propio deseo de los futbolistas y contra su bienestar psicológico. Les invitamos a explorar los beneficios de brindar un acompañamiento y apoyo respetuoso/amoroso, donde se puedan ofrecer palabras, consejos, sugerencias y opiniones, pero considerando siempre el deseo del otro y no imponiendo los nuestros.
En el ámbito futbolístico, no colmar con todas estas expectativas es una realidad frecuente. Estas dinámicas vinculares están instaladas y suelen producir estrés, frustración, angustia, ansiedad y enojo en los futbolistas profesionales. Un gran número de futbolistas que llegan al profesionalismo lo hacen a edades muy tempranas, muchos de ellos en la salida de la adolescencia, etapa vital de grandes cambios, en la que la influencia del entorno es de gran importancia y tener que gestionar todo esto puede ser dificultoso.
Las diversas presiones que se ejercen sobre los otros, muchas veces le exigen al otro más de lo que este puede dar. Es importante comprender que el estrés genera dificultades en el rendimiento, concentración, atención y motivación en cualquier actividad que realicemos y el fútbol no queda por fuera de esto. Es esencial comprender que los futbolistas profesionales son personas con sus propias experiencias, vivencias, deseos, sueños, emociones, necesidades, dificultades, problemas familiares, económicos, de pareja, laborales, entre otros. El sostén emocional asertivo, sin presencia de exigencias extremas, que puede dar una familia y el entorno cercano, es un factor protector para la salud integral de los futbolistas y para su desarrollo deportivo.
También se debe considerar la influencia que aplica la sociedad en su conjunto sobre los futbolistas, es decir, los vecinos, las personas que habitan las instituciones por las que circulan, los hinchas, los socios, los periodistas, etc. En nuestro continente, como expresa Eduardo Galeano, el fútbol es sello claro de la identidad colectiva del pueblo. En las interacciones sociales utilizamos términos y metáforas futbolísticas asiduamente, “el lenguaje de la cancha” es útil en la trama social. Decimos: «La clavé en el ángulo» cuando algo sale como esperábamos´´ ´´Es un golazo´´ si algo que nos proponen nos parece interesante, ´´Tremendo partido te jugaste´´ le decimos a alguien que se destacó en lo que hizo o “Quedaste en offside” si la persona a quien nos dirigimos se equivocó o está en una situación compli
En nombre del fútbol se generan acalorados intercambios, promesas, apuestas, peleas momentáneas, alejamientos definitivos y tristemente también violencia extrema. En esta vivencia subjetiva intensa, pasional y por momentos irracional, es que de alguna manera se corre el riesgo de deshumanizar a la figura del futbolista profesional. Los comentarios, cánticos, insultos, expectativas y presiones de los otros, sean hinchas, conocidos, familiares o amigos, se pueden convertir en una pesada carga que afecta de una forma u otra el rendimiento y la salud. Frases como: “Jugá bien que para eso te pagamos” “Están todo el día al pedo, no hacen nada”, «Juegan dos partidos y pasan lesionados, si trabajaran ocho horas…“ «Son unos pechos fríos, no pueden perder así» se escuchan en las calles, se leen en las redes sociales y tienen que ver directamente con estas expectativas que se depositan en los futbolistas, juzgando y deshumanizando a la persona que se dedica al fútbol como profesión.
En las situaciones en que la presión es excesiva, por ejemplo, por la acumulación de malos resultados o en la previa de un partido trascendente, los futbolistas profesionales se pueden sentir forzados, el deseo se puede transformar en obligación y se puede alterar la vida cotidiana (se evita ir de compras, hacer los mandados, salir a comer, juntarse con amigos o familia).
Si sos hincha, socio, conocido de, vecino de, familiar de o futbolista profesional, te invitamos a poder pensar y reflexionar sobre estas influencias, mensajes, presiones y mandatos basados en expectativas sociofamiliares y sus posibles afectaciones en la vida cotidiana.
Si identificás que algo de todo lo compartido en esta placa te está produciendo malestar en tu vida diaria, te recordamos que el Departamento de Salud Mental de la MUFP está a tú disposición, te esperamos!